Utopías o Distopias: caminos que seguir
Utopías o Distopias: caminos que seguir
Algunos aspectos de este informe son bastante preocupantes:
más del 50% piensa que no hay suficiente integración social y un 11, 7% en
concreto desconfía totalmente, el 43,9% en gran medida lo hace, del resto de
pares y la sociedad en general. Se podía pensar que esto tiene una raíz
cultural: el homo homini lupus de
difusión hobbesiana estaba muy extendida en la literatura del Siglo de Oro:
«Finalmente, todos hurtan y cada oficial tiene su particular invención y astucia para ello.»[1]
Y hasta en la segunda parte del Lazarillo
anónima nos habla de esa situación desigual para los más débiles:
«Quedamos los ruines en la ruin y triste nao, porque la justicia y cuaresma diz que es más para éstos que para otros. Encomendámonos a Dios y comenzámosnos a confesar unos a otros, porque dos clérigos que en nuestra compañía iban, como se decía ser caballeros de Jesucristo, fuéronse en compañía de los otros y dejáronnos por ruines.»[2]
No podríamos ser hábiles
observadores para ver que la sensación de desapego es similar a la que experimenta
este Lazarillo, que deberá emborracharse para convertirse en pez y así poder
sobrevivir. No es de extrañar que la locura sea la medida de salir hacia
adelante. Tampoco a los jóvenes les hemos podido educar para comprender esa
injusticia del mundo:
«Cargado de prisiones, entre confusiones y discursos vacilando el entendimiendo, retratándose castigado por la justicia, pudo tanto la aprehensión y el pesar, que perdió el juicio. Los dos heridos confesaron cómo Pedro no tenía culpa, pues fue forzado le habían detenido, con que le soltaron, empezando a hacer cosas como loco, y a decir no locuras sino sentencias.»[3]
Y es que pocos, a día de hoy, estarían dispuesto a seguir un
proyecto como éste de Aurora Roja de
Baroja:
«—Yo creo, compañeros —dijo Juan, levantándose y acercándose a la mesa—, que el que tenga algo práctico que decir debe levantarse y hablar. Hemos constituido este grupo de partidarios de la idea. Casi todos conocemos este sitio por el nombre de Aurora; como nuestro grupo debe tener un nombre, por si hay que relacionarlo con otras sociedades, propongo que desde hoy se llame Aurora Roja»[4]
Al igual que inmolados por la idea
perecen los fanáticos idealista de la Aurora Roja, así deben de sentirse los
activistas en España con la baja participación juvenil que muestran los
jóvenes, hasta un 81% de no participación en cualquier organización, ya sea
deportiva o cultural. Nos hemos conformado con apoyar desde lejos:
personalmente tengo la experiencia del grupo de debate de la librería de viejo a la que solía ir, Eutopia, que se fue al mismo tiempo que se cerró la librería ante el aumento del coste del alquiler del centro de
Valladolid. O quizás también sea algo culpa de lo que nos dice esta misma
novela sobre la España de hace cien años:
«En Madrid eran dos los periódicos que se disputaban el público anarquista: La Anarquía y El Libertario, y los dos se odiaban cordialmente.
«El odio entre La Anarquía y El Libertario era un odio de empresa. El dueño de La Anarquía había llegado hacía unos años a defender las ideas libertarias en un sentido radical y científico, y con la apariencia de un periódico mató las publicaciones ácratas anteriores. Poco a poco, al asegurar la vida económica de La Anarquía, el propietario, sin darse él cuenta quizá, había ido moderando su radicalismo, quitando jierro, como se dice vulgarmente, considerando la idea como un diletantismo, y este momento lo aprovecharon los de El Libertario para echar su periódico a la calle. Inmediatamente la escisión se produjo.
«Trataban los de una y otra publicación de demostrar que les separaban ideas, principios, una porción de cosas, y lo único, en el fondo, que les separaba era una cuestión de perras chicas.»[5]
Porque los jóvenes ven con pasmo que
la separación de sus ideas «era una cuestión de perras chicas».
Es normal que en ese mismo informe todas las instituciones
tengan tan mala imagen, siendo la peor la Iglesia, y por arriba, a pesar de su
fracaso, se encuentre el modelo educativo. Las instituciones han demostrado sus
fallos y errores, más aún a día de hoy con el COVID-19. Un virus sin capacidad
de raciocinio pone en jaque toda la organización social como lo haría una peste
negra. En estos días hemos visto en Madrid con el confinamiento y el Estado de
Alarma en la Comunidad un ejemplo que se refleja en el Guzmán así:
«Eran dos alcaldes; llegaron juntos. Quería cada uno advocar a sí la causa y prevenilla. Los escribanos por su interese decían a cada uno que era suya, metiéndolos en mal. Sobre a cuál pertenecía se comenzó de nuevo entre ellos otra guerrilla, no menos bien reñida ni de menor alboroto. Porque los unos a los otros desenterraron los abuelos, diciendo quiénes fueron sus madres, no perdonando a sus mujeres proprias y las devociones que habían tenido. Quizás que no mentían. Ni ellos querían entenderse ni nosotros nos entendíamos.»[6]
Y el resultado ha sido el querer
hacer su voluntad como en esta conversación privada con un juez de Aurora Roja:
«Se abrió una puerta y apareció un hombre bajito, de bigote negro y rizado, con lentes, algo ventrudo, movedizo y calvo.
«—¿Qué tal? —le preguntó el juez.
«—Mal; el jurado está cada vez más torpe. Yo le advierto a usted que lo hago a propósito, y todos los pretextos que envían las personas discretas para no ser juradas los acepto. Cuanto más brutos sean los que componen el jurado, mejor. A ver si se desacredita de una vez.
«—También la ley debía modificarla… —comenzó diciendo el juez.
«—Lo que debían hacer era suprimir el jurado —afirmo el hombre chiquitito.»[7]
En vez de educar ciudadanos justos
que puedan estar en el tribunal es mejor, obvio, como pensaríamos muchos por
practicismo tan idealista como el hombre chiquito, que sea el salvador y
paternal juez experto en leyes. Eso, o el populismo demagógico de los «más
brutos […] que componen el jurado», que bien podría extenderse a la concepción
democrática del Parlamento y las instituciones políticas.
Que nos gobiernen hombres que tengan autoridad: el informe
mismo pone de manifiesto que un 8,3 cree que a veces hace falta un dictador
temporal, y más de un 20% no cree en la democracia como ideal siquiera. Las
diferencias según estudios y edad muestran que cuanto menos formado y pasan las
generaciones, se está formando un pensamiento más proautoritario. Para
mirárselo. Quizás de ahí la semillita para el alzamiento, gracias a los medios,
de Vox, como sucedió de igual forma con Podemos y Ciudadanos. Aun así, muchos
creen que el miedo al populismo es lo más preocupante, claro, porque ni los
supuestos populistas creen en el Pueblo, en un adagio de absolutismo ilustrado
«por el pueblo, pero sin él».
Es por eso que me gustaría reclamar otro tipo de Educación
por los jóvenes y por mí, porque la educación no es en sí una serie de
conocimientos o comportamientos aceptados, es un completo holístico por el que
podemos transmitir nuestras experiencias para hacer reflexionar a los que están
saliendo de la difícil minoría de edad, confusa y movidita. Lo más importante
es modificar nuestro método pedagógico en el que el libro de texto, costoso
para las familias, es como el amigo incómodo del estudiante: la tecnología y la
labor personal del profesorado tiene capacidad para poder dar materiales al
alumno aprender. Debemos plantearnos el objeto de los deberes: qué es, qué
objetivo tienen, para qué. Si es para mandar repeticiones de preguntas absurdas
o en forma de tortura generalizada, no me interesa, gracias. En vez de
preguntarles qué es la nobleza en una pregunta corta del libro de texto,
prefiero que me digan qué suponía el estamento de los bellatores y el feudalismo en un trabajo, que podrán trabajar
durante más tiempo y les enseñará más. Eso lo podría valorar mejor que un
examen incluso.
También, habría que hablar del curriculum oculto. Antes de
nada, me gustaría aclarar una cosa: quiero y prefiero mil veces que adquieran
gracias a mis preguntas espíritu crítico y herramientas, capacidades, eso que
llaman competencias, a que me sigan como los niños de aquellos videoclips
distópicos de Pink Floyd. Mis ideas solamente son un medio de fondo para que
esos niños no acaben tirando la toalla y piensen. Si decimos a los alumnos que
hay temas tabú, como se dijo en clase un día, por la defensa de otras personas
o colectivos, que hay que siempre amparar, acabaremos por dejar esas cuestiones
al mundo críptico donde se incuban en secreto los grandes monstruos. No podemos
permitir el bullying, la homofobia, la bifobia o la fobia a la asexualidad, la
transfobia, la misoginia o el machismo, la xenofobia, o la fobia a la
intersexualidad… Tenemos que dar motivos y confrontar ese desconocimiento y
miedos a lo desconocido, al odio colectivo y a las ideologías del odio. Mañana
debatirán en forocoches y tendrán
como referencias a personas de cuestionable discurso y trato humano.
Y digo esto porque ya nos advertía Cervantes si no damos un
buen ejemplo a los jóvenes:
«por lo cual [dice Berganza, uno de los perros] vuelvo a decir lo que otra vez he dicho: que el hacer y decir mal lo heredamos de nuestros primeros padres y lo mamamos en la leche. Vese claro en que, apenas ha sacado el niño el brazo de las fajas, cuando levanta la mano con muestras de querer vengarse de quien, a su parecer, le ofende; y casi la primera palabra articulada que habla es llamar puta a su ama o a su madre.»[8]
Si al final la familia y los
educadores se conforman con el comportamiento de esos niños apicarescados,
acabarán siendo lumpens que no aspirarán a más que conseguir lo que desean de
forma efímera y trapacera, mediatizada por una cultura de masas hipersexualizadora,
consumista, fetichista, alienadora, etc. Tampoco pido un modelo desfasado e idealista
cervantino, como haría algún alucinado confundiendo el hoy y el ayer:
«No sé qué tiene la virtud [dice Berganza], que, con alcanzárseme a mí tan poco o nada della, luego recibí gusto de ver el amor, término, la solicitud y la industria con que aquellos benditos padres y maestros enseñaban a aquellos niños, enderezando las tiernas varas de su juventud, porque no torciesen ni tomasen mal siniestro en el camino de la virtud, que juntamente con las letras les mostraban. Consideraba cómo los reñían con suavidad, los castigaban con misericordia, los animaban con ejemplos, los incitaban con premios y los sobre llevaban con cordura; y, finalmente, cómo les pintaban la fealdad y horror de los vicios y les dibujaban la hermosura de las virtudes, para que, aborrecidos ellos y amadas ellas, consiguiesen el fin para que fueron criados.»[9]
Es importante también crear una sociedad que destaque por su
trabajo de grupo y la creatividad, el saber coordinarse y comunicarse, para una
organización del trabajo interdisciplinar, donde además el ocio y la
inteligencia trabajen cual ingenio picarón para hilvanar una nueva obra de
arte, o para ir haciendo los edificios de una nueva sociedad. Como mostraba en #MifuturoMitrabajo, es necesario cambiar
el modelo educativo-laboral, que se ha creado por motivos políticos e
históricos. Quizás también habría que cambiar el chip en ese sentido: una vía
pedagógica de querer saber por saber, y una vía práctica para poder vivir en el
mundo real. Una de ideales que diseñen, otra de labor que aren el terreno donde
se ha de asentar.
No quiero que el mundo se tambalee como en El mundo de Ayer de S. Zweig o como nos
describe magistralmente Louis Aragon sobre el periodo de Entreguerras y la II
Guerra Mundial:
«¿Qué queréis que vea cuando miro el espejo? Este mundo vacío, como una habitación abandonada a toda prisa, el libro en el suelo, desgarrado, desgarrado… ¿Qué se hizo de este universo de la Biblioteca Rosa donde se contaba con céntimos y se pasaban las fronteras sin prestar atención? Ya podíamos ver las nubes llegando por el horizonte, ya profetizar la tragedia, ¿quién podía imaginarla en su propia casa, derribadas las puertas, dispersada la paciencia, las pobres cosas que creíamos haber adquirido, y estábamos allí, en el terror o la rebelión, aferrándonos a lo que parecía estar por encima de la duda, encontrando aún fuerza para sobrevivir en la antigua confianza? 40… en junio, quién me había dicho, aún puedo verlo, un muchachote asustado, muy moreno, un podador de árboles de las Landas torpe sin sus zancos: ¡A pesar de todo…, a pesar de todo… Francia no es España! Como yo, cuando hablaba a Michel poco antes… Era de risa. Haber sido educado en la idea de una geografía inmutable, las fronteras, los departamentos, las subprefecturas… Y ahora, mírate en tu atlas, no podrás encontrarte, no te reconocerás, no podrás verte más: ¡es peor que los espejos! ¿Dónde está, nuestra imagen escolar? La piel de zapa… Pronto Francia dejará de ser Francia. Fougère decía que habría hecho falta ir a cantar en los patios, para reconocer a los suyos, como Blodel de prisión en prisión buscando a Ricardo Corazón de León. Cantar en los patios… ¿Pero qué? No importa. Ahora cualquier canción francesa es como hacer trampa. ¿Te acuerdas, en Niza? Michel Emer, sí, el repertorio de Piaf, cuando se escuchaba esto: La mujer de placer está triste… Y todo aquí, a quienes han matado, desconocidos, amigos de siempre o de un día, los que han muerto con su creencia en la boca. ¿Te acuerdas de los gritos, en Lyon, que salían del hotel Terminus? ¿Y los cadáveres, en la plaza Bellecour, un día delante de aquel bar a donde los había llevado, sacándoles de la cárcel? El que creía en el cielo llevaba un libro rojo en el bolsillo, me dijeron más tarde, una novia, ah, eso es, tomar el asunto por un lado personal, pero si hubiese sabido antes… Otros, delante de los fusiles, quedándoles tan pocas palabras en la boca, apenas el tiempo de un grito, su país, aún supieron arrojar a sus verdugos ese único reto, Stalin… Qué amargo es, amargo, pienso en ti Michel, en lo que habría sido el futuro con los que soñaban vivir según la justicia, tanto del cielo como de los hombres.
«¡Qué desorden, Dios mío, qué desorden! No sólo yo perdí mi imagen. Un siglo entero no puede comparar su alma a lo que ve. Y nos contamos por millones, los hijos extraviados del inmenso divorcio.»[10]
[1]
El Escudero Marcos de Obregón de Vicente Espinel, en: VV.AA., 2001: La
novela picaresca española. Editorial Castalia. Madrid. P. 788.
[2]
Segunda parte del Lazarillo de Tormes
de 1554, en: VV.AA., 2001: La novela
picaresca española. Editorial Castalia. Madrid. P. 24.
[3]
Periquillo el de las Gallinejas de
Francisco Santos, en: VV.AA., 2001: La
novela picaresca española. Editorial Castalia. Madrid. P. 1173.
[4]
Aurora Roja en: Baroja, P., 1998: Obras
Completas VII: Trilogías II. Círculo de Lectores. Barcelona. P. 503.
[5]
Ídem, 573.
[6]
Alemán, M., 1987: Guzmán de Alfarache T.
I y II. Ediciones Orbis. Barcelona. P. 91.
[7] Aurora Roja en: Baroja, P., 1998: Obras Completas VII: Trilogías II. Círculo de Lectores. Barcelona. P. 559.
[8] El Coloquio de los Perros de Cervantes, en: VV.AA., 2001: La novela picaresca española. Editorial Castalia. Madrid. P. 649.
[9] Ídem.
[10] Aragon, L., 1969: Tiempo de morir. Editorial Lumen. Barcelona.
Hola Samuel, me gusta tu blog porque combinas muy bien historia y fotografía; y, todo ello, desde un tono filosófico y reflexivo! :)
ResponderEliminarMuchas gracias Pablo¡¡¡ No sé si eres del máster del Profesorado o no, pero muchísimas gracias por pasarte por mi blog y dejar un mensaje.
EliminarUn placer leerte¡¡¡