El éxito o una búsqueda a Ítaca
El éxito o una búsqueda de Ítaca
La educación según la planteaba el anuncio de Ikea Salvemos las Cenas se asemeja a aquella
cercanía de las primeras educaciones privadas y personales que obtuvieron los
hombres desde la Antigüedad, únicamente disponible para aquellos más adinerados.
Esta utopía además nos muestra una pedagogía práctica de la vida, precisamente
alejada de un academicismo que presenta la educación reglada. ¿Cómo de posible es
dar una formación así, como nos la presentaba de igual forma Capitán Fantástico (2016), en un mundo
de masas, globalizado, donde cada vez es más necesaria una formación especializada
y de conocimientos a su vez muy dispares y distantes en sus campos y materias?
Por poner un ejemplo, ¿podrá un educador, un padre o madre,
formar a un niño sobre ciencias naturales con una formación humanística? Es
posible; he conocido un caso, sorprendente y precisamente anecdótico, de un
padre con gran conocimiento de materias tan diversas que iban de la Historia
—su raíz académica—, a la Biología, a las Matemáticas, la Física, la Filosofía,
etc. Aun así, sus hijas no dejaron de ir a una escuela que las aburría y a
veces las decepcionaba con respecto al nivel cultural de su hogar: apostando
por una idea de pedagogía comunitaria y sociabilización. Este caso es una
excepción sobre una realidad de padres de poco nivel educativo, caso de hogares
como el mío. Mi padre apenas pisó la escuela ni leyó un libro, ya que venía de
un hogar pobre e inestable, durante la Transición y con la ley educativa
franquista (1970) que daría educación gratuita y obligatoria, eliminando el
analfabetismo; mi madre, en cambio, más joven, sí llegó a estudiar una
enfermería que nunca ejerció y siempre estuvo rodeada de libros, aunque libros
literarios, no de formación científica. La cuestión, ahora, esto es posible de
trasladar al caso del profesorado: ¿un historiador sin formación de ciencias
naturales podría explicar a sus alumnos la evolución de las ciencias
medievales? Es posible que no, y el aula está pensada para una formación
similar a la que vemos en la educación universitaria, alto reflejo de las
otras, donde se alaba la multidisciplinariedad pero no se contempla realmente.
Esto se debe a la desidia de alumnos y comunidad educativa, pero también a un
modelo educativo completo.
A pesar de los muchos objetivos educativos que plantean las
organizaciones mundiales, europeas o españolas, ya sea el Gobierno o las
Autonomías, no hemos llegado a plantearnos: ¿para qué? ¿Para qué ese niño va a
querer esos conocimientos? Nosotros es posible que los sepamos, exigiremos
vociferando, pero al niño no le queda nada claro. En eso el anuncio acierta
frente al aprendizaje masivo de la escuela reglada. En medio de la clase nos
hemos preguntado si el esfuerzo y,
por tanto, el éxito deben ser unos
valores centrales para esta educación. La cuestión es qué entendemos por éxito
o incluso por esfuerzo. No es de extrañar hablar del éxito con la educación ya
que ambos conceptos están unidos como la cera al sello desde el s. XIX, o un
poco más allá, la Ilustración o el Renacimiento. El éxito supone para la
sociedad liberal esa herramienta para escalar en la sociedad.
Todos creemos en que el esfuerzo es necesario para la
obtención de una cultura y la herencia liberal es imposible de enterrar; otro
asunto es la pregunta que lanzo a todos: ¿Para qué? ¿Para tener un trabajo, o
un trabajo que convertir en dinero u oportunidades? ¿Para retener conocimientos
teóricos que a lo mejor se alejan de la realidad? ¿Para cuestionar la realidad
sin cambiarla? ¿Para plantear utopías? Pero ni siquiera hemos ido al caso
concreto: ¿es mayor éxito que una persona con recursos y unas capacidades
elevadas obtenga una notas elevadas, o es del alumno que con grandes problemas,
por ejemplo falta de visión, audición o dificultades derivadas de la
neurodiversidad (TEA, afasia, dislexia, etc.), supere su marco habitual? ¿Es
mayor éxito un alumno que estudia ciencias naturales a las de unas humanidades,
es más fácil las segundas y de vagos? ¿Es mejor un alumno que tiene
conocimientos reales de su entorno, campesino o industrial, por poner un
ejemplo, que beben de la vida familiar?
Más allá, la escuela precisamente se entiende como un paso
previo al marco laboral. Quizás es un grave error. O a lo mejor también habría
que cambiar ambos marcos: ayudar al alumno y a la familia que lo educa fuera de
este ambiente, tendrá efectos que nos ayudarán a todos. En estos días se está
planteando la conciliación familiar, de enorme trascendencia, pero incluso hay
otro aspecto importante: desde Finlandia se ha lanzado la pregunta de trabajar
cuatro horas desde sus seis actuales, que ya son extrañas para las ocho del
resto de Occidente; y hace poco el coronavirus le ha hecho debatir a Alemania
el mismo cambio.[1] Esto realmente no es
novedoso: La Conquista del Pan de
Kropotkin o El Derecho a la Pereza de
Lafargue planteaban jornadas mucho más cortas para dedicarlas a un ocio
“productivo” en sus sociedades posliberales, socialistas.
Hoy día ya es ampliamente difundida la idea de que la
filosofía y, por tanto, la ciencia en la antigüedad griega nacieron gracias a
la oportunidad de ocio. El derecho a la pereza, es decir, aburrirse podía ser
una salida para encontrar preguntas que responder del mundo, aunque el
aburrimiento no ha servido a los alumnos de nuestros sistema, puesto que agotan
sus fuerzas en no dormirse, y si alguien que se aburre en Matemática como sé de
alguien que conozco y cercano a mí, le nacen narraciones, cuentos o poemas,
solamente denota el fracaso y el aprovechamiento de unos pocos. Ese derecho a la pereza está planteado como
el aprovechamiento de una sociedad nueva.
Pero más aun, como lo apuntaron los compañeros en clase
sobre las dificultades de las clases pauperizadas y más necesitadas, el aburrimiento como una forma de pereza necesita de medios y un entorno
ideal: un trabajo, una sociedad productiva y formada, medios informáticos y
bibliotecarios, etc. Una niña en una familia con problemas económico nunca
tendrá un aburrimiento que la lance a leer. Por no hablar de que una familia
con poca formación nunca le animará a leer: ellos no han tenido medios para
disfrutar de conocer y aburrirse para conocer (disfrutando)… Antes se aburrirá
con lo que le quite de la cabeza esos rollos
y problema, manteniendo su situación
y no cuestionarlo, como pretende la educación reglada. Diría, hasta en este
crecimiento ocioso y aburrido, hay que aprender, irónicamente, a mantener una
autodisciplina y esfuerzo personal. —Podríamos hablar del modelo laboral de las
grandes compañías tecnológicas que fomentan entornos en la que el trabajador se
autoexplota y se ‘distrae’ planteando nuevas ideas…
Es por eso que la educación nunca tendrá ese éxito
idealizado: no está pensada para un verdadero esfuerzo ni éxito, el del alumno.
Ese alumno metafísico no es más que un sueño marcado por una caverna platónica,
orientada a clavarlos a las sillas... Por desgracia. Ya no hablemos si la
educación es el campo para una sociabilidad correcta, si no frustra la vida
afectiva, social, su sique en general: los problemas del bullying están al
orden del día, vía telemática o física o una combinación retorcida. ¿Están los
padres preparados o dispuestos a estar en la vida educativa del alumno, o
solamente quieren su éxito, social y económico…? ¿Es verdaderamente capaz el
profesor de superar esa serie de cadenas o es en realidad el buen profesor un
Prometeo?
El éxito tiene un alto coste, pero resulta altamente provechoso para la productividad y para el aburrimiento. La nueva sociedad se aburrirá, el cómo es clave para crear un tipo u otro de sociedad, más o menos exitosa, como lo plantearía, por ejemplo, J. A. Marina en las Culturas Fracasadas. Su concepto de supravivencia podría enlazar con esa pereza con el mundo industrial: al igual que el prehistórico buscaba y ansiaba su supervivencia y gracias a la cultura y la tecnología llegó a supervivir, el hombre industrial ha superado esa sociedad de escasez y ha alcanzado una sociedad del ocio y la pereza. La nueva sociedad y la educación irán en torno a ese punto.
Hola! Un post que plantea cuestiones muy interesantes, denotas un gran sentido crítico al cuestionarte tanto las cosas. Me gustaría también felicitarte por tu prosa.
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